domingo, 29 de julio de 2012

Curiosidades de la Grecia clásica

Sobre Síbaris y Crotona.
En el 721 a.C. , en el empeine de la bota italiana, colonizadores de Acaya fundaron la ciudad de Síbaris. Llegó a ser rica y próspera, tanto que su lujo fue famoso entre los griegos. Hay una historia acerca de un hombre de Síbaris que tenía su lecho cubierto de pétalos de rosas, pero insistía en que era incómodo porque uno de los pétalos estaba arrugado. Por ello usamos hoy en día la palabra "sibarita" para referirnos a aquellos que aman el lujo extremo.

Poco más tarde, en el 710 a.C. ,  colonizadores aqueos fundaron Crotona en la punta de la bota que forma italia, a 80km de Síbaris. Entre ambas ciudades existía esa enemistad acérrima tan característica de las polis vecinas. Siempre estaban en guerra.

Cuenta la leyenda que los crotones derrotaron a los sibaritas precisamente gracias a su lujo. Al parecer los sibaritas enseñaban a sus caballos a bailar al son de la música, para impresionar a los invitados en los desfiles. En el 510 a.C. se libró una batalla entre ambas ciudades. Los habitantes de crotona, conocedores de este hecho, llevaron músicos a la batalla. En mitad de la contienda comenzaron a tocar, los caballos se pusieron a bailar, desmantelando las formaciones, y los crotones les arrasaron. La victoria fue tan aplastante que en los siglos posteriores se discutió sobre dónde había estado ubicada, exactamente, la ciudad de Síbaris.


Sobre la película 300
Cada vez que veo 300 me vienen a la cabeza los Power Rangers, parece que los espartanos estén zurrando "masillas".
Lo gracioso es que no es tan exagerado. Los espartanos eran hoplitas, infantería pesada. Llevaban (a diferencia de lo que se ve en la peli) una armadura de bronce que les cubría el torso y las piernas. A los 7 años separaban a los hijos de sus padres y se criaban en una especie de campamento militar. A diferencia de los demás griegos los espartanos sólo se ocupaban de la guerra, dejando todo lo demás (agricultura, comercio...) a cargo de sus esclavos. La lucha era su obsesión, los criaban para ello. Rendirse en batalla era la mayor deshonra para un espartano, sus madres y esposas les decían que volvieran con su escudo o sobre él (para huir del campo de batalla el escudo de bronce pesaba mucho y debían tirarlo para poder correr. Y a los muertos en batalla los transportaban hasta casa sobre su escudo).

Los ejércitos de Jerjes eran, principalmente, infantería ligera. No tenían armadura o ésta era de cuero y sus escudos eran de mimbre. ¡De mimbre! Además su formación militar no era nada en comparación.

Como era de esperar fue una carnicería. Según Heródoto murieron entre 1.000 y 4.000 griegos y 20.000 persas (de 200.000).


Sobre el orígen de algunos nombres.
Fenicio significa "rojo sangre". Al parecer la primera vez que los comerciantes griegos se toparon con una ciudad fenicia (Tiro) quedaron impresionados con los vivos colores con los que habían teñido sus ropas. En aquella época los tintes eran de mala calidad, eran tonos apagados y desteñían.

Electrón significa "ámbar". Tales de Mileto se fijó que al frotar un trozo de ámbar éste atraía objetos (electricidad estática).

Magnetismo viene de "Magnetis lithos", literalmente "piedra de Magnesia".  Magnesia era una ciudad en cuyas minas a veces encontraban unas extrañas piedras negras que atraían los metales.

Tragedia viene de "trago idea", literalmente "canciones de cabrones". Al parecer comenzaron como cánticos en las fiestas al dios dioniso, relacionadas con los sátiros. Con el tiempo darían lugar al teatro.

Muchos de los nombres referentes a Egipto tienen origen griego. Tebas era el nombre griego para la ciudad que los egipcios llamaban "No". La ciudad de "On" la conocemos como Heliópolis (La ciudad del sol), por la cantidad de templos al dios sol que tenía.
Las Esfinges deben su nombre a un ser de la mitología griega con esa forma, cuerpo de león y cabeza de mujer.
La palabra "obelisco" significa "asador pequeño", seguramente los griegos los llamarían así como burla.
Jeroglífico significa "Escritura sagrada",  para los griegos, que no podían leerlas, esos símbolos tenían una significación religiosa tal vez misteriosa y llena de poder.

Sobre el último rey de Atenas.
Atenas estaba en guerra con los dorios.
Su rey, Codro, consultó al oráculo, cómo podría ganar la guerra. El oráculo vaticinó que el ejército cuyo rey muriese primero sería vencedor. Así que Codro se hizo matar para asegurarse de que Atenas seguiría siendo jónica, y así fue.
En su honor los atenienses decidieron que después de Codro ningún otro rey estaría jamas a su altura y adoptaron la oligarquía como forma de gobierno.

jueves, 19 de julio de 2012

Teseo y el minotauro

Es curioso pensar cómo la mitología griega estuvo salpicada por hechos históricos. Teseo, acabando con el minotauro, por ejemplo.


Lo verídico es que Minos (no está claro si ése era su nombre o era la palabra cretense para decir rey) gobernaba Cnosos, la ciudad más importante de la civilización Minoica allá por el 1.400 AC. Su flota era tan poderosa que sus ciudades no necesitaban murallas. Era más avanzada culturalmente que la griega de aquel entonces y dominaba comercialmente el mar egeo. El palacio de Cnossos era enorme, tenía 17.000m2 y unas 1.500 habitaciones. A ojos de los griegos de aquella época, atrasados culturalmente y viviendo en pequeños poblados tribales, debía parecer un laberinto.
Los griegos se rebelaron y les declararon la guerra. Finalmente vencieron (gracias a que reventó un volcan cerca de Cnosos arrasándola, pero eso es otra historia) y tras eso la civilización minoica nunca volvió a ser la que era. Teseo fue quizás un gran guerrero, un héroe griego importante en esa guerra.

El toro era uno de los más importantes símbolos religiosos de la civilización Minoica. No cuesta mucho imaginar cómo con el paso de los siglos, al correr de boca en boca la historia de que Teseo había vencido al "toro que habitaba el laberinto de Cnossos", ésta se acabase convirtiendo en la leyenda que nos ha llegado. Resumida:

El dios Poseidón, ultrajado por un intento de engaño de Minos, como castigo hace que su mujer no piense en otra que cosa que follarse a un magnífico toro blanco. Ésta, con la ayuda de Dédalo, construye una vaca hueca, se mete dentro y deja que la monte. Queda fecundada por el toro y de ese acto aberrante da a luz a un monstruo; un hombre con cabeza de toro, un ser espantoso y sanguinario que se alimentaba de carne humana.
Teseo, el semidiós ateniense, haciendo gala de su gran ingenio y maestría en el combate (y favorecido por los dioses), da muerte al minotauro.

Hasta hace bien poco los historiadores consideraban al rey Minos y su palacio de Cnosos una leyenda pues sólo conocían el mito griego, hasta que en 1893 Arthur Evans excavó en Creta descubriendo sus restos. Algo parecido pasó con Troya; no estaban seguros de que hubiera existido realmente hasta que en 1870 Heinrich Schliemann, obsesionado con la Ilíada y la Odisea, la descubrió en sus excavaciones en Turquía.

Me pregunto cuánto de verdad habrá en otros mitos, qué acontecimientos históricos que desconocemos habrán quedado convertidos en leyendas. Es probable que el de la Atlántida tuviera su orígen en el mismo volcán que hizo tambalearse a la civilización minoica. Los terremotos y maremotos que lo acompañaron bien pudieron sepultar bajo las aguas alguna isla poblada. Y varias culturas hablan de un gran diluvio que anegó la tierra, los babilonios lo mencionan en el poema de Gilgamesh.

miércoles, 18 de julio de 2012

Mi proyecto filosofico


Hace ya varios meses que se me metió la idea en la cabeza: apuntarme a Filosofía por la UNED.
Al acabar el bachillerato (dios, qué rápido pasa el tiempo) me planteé hacer la carrera de filosofía. Era de las pocas asignaturas que despertaban mi interés y no me suponía un horror estudiar. Mis padres, creo que con razón, me lo desaconsejaron. Nunca había sido un buen estudiante y, aunque llegase a acabar la carrera, tenía toda la pinta de que mi futuro laboral no sería un lecho de rosas. De modo que acabé haciendo FP de informática. Trabajé en un par de tiendas y acabe en una empresa grande (con un sueldo no tan grande) en la que sigo hoy en día, bastante estable.
Todo este tiempo siempre he sentido el gusanillo y, en cierto modo, envidiado a mis amigos, todos universitarios y viajeros. Siempre me he sentido un poco menos.
Así que aquí estoy, completamente indeciso, intentando reunir el arrojo para lanzarme. 

¿Por qué debería apuntarme?
- Por Quitarme el gusanillo: Es algo que siempre he deseado haber hecho. Algo que encuentro interesante y enriquecedor.

- Ahora es el momento: La idea de hacer la FP era: “primero procúrate un oficio y cuando ya lo tengas ya estudiarás lo que quieras”. Bueno, ya tengo un curro estable, un sueldo semi-decente y ganas de algo más. Ya tengo 30 añazos. Si voy a hacerlo va siendo hora.

- Hacer algo con mi vida:  Todo mi ocio lo dedico a cosas improductivas; leer (generalmente nada que me aporte gran cosa, como novelas de zombis), ver pelis y series y juegos de PC. Cuando pienso en ello siento que estoy tirando mi vida a la mierda, siendo un espectador. Me paso mi tiempo alibre anestesiándome la mente para no sentirme vacío. La carrera de filosofía no es la única opción. Podría ir a algo más práctico y  sacarme certificados de Microsoft y Linux, apuntarme a la escuela de idiomas para el inglés, etc.  Eso nunca me ha llamado. Pero la filosofía es algo que me atrae. Es hacer algo que me gusta y me interesa, no algo que me puede venir bien para el trabajo. Es hacer lo que querría haber hecho y en su momento no pude. La mejor forma que se me ocurre para poder sentirme realizado.

- Sólo puedo ganar: Si me apunto sólo puedo ganar. Algo aprenderé, algo disfrutaré, algo interesante me aportará, aunque sea poco. Aunque lo deje tras el primer año, por el motivo que sea, habré “ganado” algo. Y si no llego a dejarlo ganaré mucho. No arriesgo nada y sólo puedo salir beneficiado, ¿por qué no? 

¿Por qué NO debería apuntarme?

 - Pereza: Reconozcámoslo, soy un vago, un experto en procastinación. Tendría que dedicar tiempo todos los días, ser constante, perseverante... No son cualidades por las que haya destacado nunca. 

- Fobia al compromiso: No me gusta comprometerme con nada ni nadie. Aunque autoimpuesta seguiría siendo una obligación. Ahora mismo si me apetece leer algo sobre filosofía o antropología lo hago y si me aburre lo dejo. Si me apuntase estaría, en cierto modo, obligado a hacer el esfuerzo.

- Miedo a que no me guste: Hay muchas cosas de filosofía que encuentro interesantes. Pero soy yo quien selecciono qué leo, qué temas. Imagina tener que preparar un examen algo que aborreces. Imagina que la mayoría de los temarios de la carrera los acabo encontrando igual de aborrecibles.

- Mal estudiante: Nunca me ha gustado estudiar, o al menos memorizar cosas. Me gusta leer y aprender pero de cosas que me interesan. También disfruto resumiendo y esquematizando información. En el momento en que estoy obligado a aprender algo que no me mola lo paso mal. Sólo con recordar cómo me he ido arrastrando de curso a curso...

- Miedo al fracaso: Empezar la carrera sería poner en ello esperanzas de cambio. Ser más constante, perseverante, hacer algo con mi vida. Si fracaso arruino todo lo que esperaba conseguir. De normal abandono todos mis proyectos, incluso los que me apasionan, al poco tiempo. Pierdo el interés. Esto es una apuesta a varios años. ¿Por qué iba a ser diferente esta vez? Si no lo intento no fracaso.

- Inseguridades y miedos: A la hora de hacer la matrícula, averiguar cómo funciona el tema de créditos, etc. 

Otras consideraciones tras comentarlo con personas cercanas:
La universidad implica tragar.
Con tiempos y planes de estudios: Habrá temas en los que quiera profundizar más pero no pueda. Hay X tiempo hasta el examen para aprender toda la materia.
Con profesores: Los hay cabrones, los que no aceptan una visión diferente a la suya (Nietzche era satanás y el comunismo es una utopía en el OPUS), los que exigen que se lo des todo palabra a palabra como sale en el libro (que han escrito ellos)... Y en este país de pandereta las universidades son casas de putas.
Con asignaturas que no te interesan o incluso aborreces. O sin ser tan extremo con partes del temario que sean coñazo. Pero hay que tragar para aprobar el examen/la asignatura/la carrera.
NO pensar a largo plazo.
Pensar a largo plazo es la forma más fácil de abrumarse y dejarlo, incluso antes de empezar. Hay que mirar más corto, al presente, y hacer, casi día a día, algo que me guste. Incluso si me apunto y veo que es una mierda y lo dejo ya habré ganado algo, aunque sea ver que lo tenía idealizado a los 18 y que no mola tanto. El fracaso sería no intentarlo.
NO ver la carrera como un todo, como el objetivo.
Hay gente que se ha apuntado a la UNED únicamente para poder aprender sobre temas que les interesaban, estudiaban asignaturas sueltas y cuando se sentían satisfechos lo dejaban sin el menor problema. El objetivo es disfrutar aprendiendo y matar el gusanillo. 

Anteproyecto:
De momento estoy en fase de pruebas. Tengo hasta el 4 de septiembre, que es cuando se abre el plazo de matriculación en la UNED, para terminar de decidirme y comprobar si soy capaz.

He repasado la lista de asignaturas de primer año. Empezaría por Historia de la filosofía antigua I (Presocráticos, Sócrates, Platón y Aristóteles) y II (Epicuro, estoicos y escépticos), ambas semestrales.

Antes de hacer la matrícula he decidido a ir estudiando por mi cuenta alguna materia relacionada que me pueda resultar útil. He elegido “Los griegos” de Asimov como libro de texto, me proporcionará algo de contexto histórico.

El objetivo es dedicar todos los días hora al día a estudiar (leer, resumir, esquematizar...), sábados y domingos posiblemente 2. Cuando acabe puede que incluso haga un examen de prueba. Servirá para "tomarme el pulso", para comprobar si soy capaz de centrarme y ser lo suficientemente constante como para atreverme a empezar en la UNED.